Las personas adultas saben que la calidad del descanso nocturno tiene repercusión sobre la salud física y psicológica. Sin embargo, los trastornos del sueño infantil pueden pasarse por alto por ser considerados fenómenos asociados al crecimiento que van desapareciendo con la edad. Aunque esto es cierto de algún modo, el sueño infantil es tan delicado como el nuestro y a menudo sus perturbaciones son índices de que algo no marcha como debería.
Al igual que ocurre con los mayores, los niños y niñas cuentan con sus necesidades particulares de sueño. Estas preferencias no tienen relación con ciertas alteraciones que pueden deberse a problemas médicos, estados emocionales, hábitos y actividad física.
A veces, son ellos los que informan de dificultades para dormir mientras en otras, son los progenitores quienes aprecian alteraciones como sonambulismo o terrores nocturnos. Durante el día, además, la carencia de descanso produce los mismos efectos que en los adultos: apatía, somnolencia, irritabilidad, falta de rendimiento…
De cualquier manera, resulta fundamental monitorizar el sueño de los más pequeños de la casa. Haciéndolo evitaremos que perciban en nosotros cualquier signo de frustración, lo cual incrementa la ansiedad y refuerza aún más este trastorno del sueño infantil.
Los menores de 5 años a quienes les cuesta quedarse o mantenerse dormidos padecen insomnio en su mayoría debido a hábitos deficitarios. Además, ciertas conductas de sus cuidadores, como no despegarse hasta que se duerman, pueden reforzar negativamente el insomnio. En este sentido, siempre que haya un trastorno, puede ir acortándose poco a poco el tiempo de separación de los cuidadores de la cama.
En definitiva, las costumbres explican desde temprana edad la posible cronificación de los trastornos del sueño. Para enseñarnos reglas favorecedoras, la higiene del sueño nos permite adquirir hábitos favorecedores del mismo. Estas son algunos de ellas:
Para evaluar el insomnio infantil adecuadamente han de tenerse en cuenta otras cuestiones relativas al desarrollo que interrumpen el sueño como la enuresis nocturna o el miedo a la separación y a la oscuridad. En ningún caso se debe reñir o realizar comentarios inculpatorios y sí distinguir cuándo acompañar quejas y requerimientos de cuándo obviarlos. Si quieres saber más sobre el sueño infantil, te recomendamos el libro de la doctora María Berrozpe, ¡Dulces Sueños!
Si bien estos sucesos parecen similares, son bastante diferentes. De las pesadillas se despierta bruscamente aunque es posible mantener el contacto con la realidad de una manera calmada, incluso recordar el contenido. En los terrores nocturnos, sin embargo, este despertar súbito se realiza gritando, llorando, incorporándose y con gran agitación fisiológica e imposibilidad de contactar con el entorno, produciendo todo ello alarma en los cuidadores. Asimismo, los terrores son bastante más infrecuentes que las pesadillas.
Ambos trastornos no son graves y tienen en común factores genéticos, situaciones tensas diurnas y relación con la ansiedad, especialmente los terrores nocturnos aunque estos están asociados a otras alteraciones como el sonambulismo y a un posible retraso madurativo del sistema nervioso central, por lo que su ocurrencia va desapareciendo con la edad.
La actitud siempre debe ser la de responder tranquilamente, calmando a los niños y reduciendo el impacto de episodios traumáticos en la vida del niño. La separación de los padres, la muerte de un familiar o su propia hospitalización además de situaciones estresantes como acoso escolar, aislamiento, tensiones familiares y respuestas de ansiedad pueden producir estos trastornos, por lo que, si se cree oportuno, es conveniente consultar a profesionales de psicología infantil.
Al igual que los terrores nocturnos, durante el sonambulismo no existe contacto con la realidad y por ello ha de garantizarse la seguridad del sonámbulo, especialmente en episodios en los que se camina o se realizan acciones. Cuestiones simples como evitar literas, retirar objetos peligrosos, cerrar las ventanas, puertas de la calle y cocina con llave son algunas de las recomendaciones.
Al igual que ocurre con el insomnio infantil y otros trastornos del sueño, se deben seguir pautas de higiene del sueño como la organización de horarios para rutinas como baños, horas de acostarse, etc. y debe detectarse cualquier tipo de evento estresante en la cotidianidad de niños y niñas. Abordar estas pautas mejora frecuentemente la frecuencia del sonambulismo.
En general, los trastornos del sueño infantil no son graves pero si estos persisten en frecuencia e intensidad, resultan ser claras señales de otros trastornos. Recuerda que el sueño infantil descansa en tus manos, consulta al pediatra cualquier incidencia que te haga dudar.
BUSQUE UNA TIENDA O DISTRIBUIDOR TEMPUR Y PRUEBE NUESTRA GAMA DE COLCHONES
nscríbase aquí para recibir informaciones sobre la marca y lanzamientos de nuevos productos o servicios. Para saber más sobre el almacenamiento y el uso de sus datos, consulte nuestra Política de Privacidad.